Su torbellino perfumado

Ser sumiso en una relación tiene pros y contrasPero permítanme aclarar lo que quiero decir. Para el sumiso, la experiencia es siempre positiva porque ya ha aceptado su papel y es consciente de todos sus aspectos. Por supuesto, la experiencia es no sólo se basa en el placer... o lo que se puede llamar como tal.

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Sucede que mi sumiso comete errores o me decepciona. Sobre todo, cuando hace algo nuevo y no sabe exactamente cuáles son mis expectativas. Tiene como objetivo mejorar y aprender a conocerme mejor y por lo tanto, es consciente de las consecuencias de los errores.

Hoy es uno de esos días. Mi sumiso me decepcionó y por eso tuve que castigarlo. El error no fue grande, pero aun así, le expliqué que algo que hizo no fue correcto. Y, cuando algo sale mal, alguien tiene que ser castigado y disciplinado. Es parte del programa de entrenamiento, que siempre es continuo. Esto es también lo que ocurre cuando se es sumiso en una relación, una relación femdom.

El castigo no siempre consiste en el dolor físico. En este caso concreto, excluí dolor era y opté por otro escarmiento. A saber, decidí que él no podía asistir directamente al momento en que yo tomaba mi hidromasaje perfumado. Sólo podía observarme desde detrás de la puerta de cristal.

Le pedí que preparara la bañera y que calentara el baño. Cuando todo estuvo listo y acomodado, entré. Él se quedó fuera, sin quejarse. Para humillarlo aún más, le ordené que se pusiera la máscara...así que no podía verme tan bien como le gustaría. Debería estar agradecido de que le permitiera espiar a través del cristal...

A pesar de todo, se emocionó como si estuviera presenciando la escena en directo. La imaginación ayuda mucho en estos casos.

Cuando salí del baño, lo encontré allí, junto a la puerta, esperando pacientemente. Tal vez, esperaba un gesto o un poco de atención por mi parte. Pero esos no llegó ya que no se merecía nada.

En consecuencia, fui directamente a mi cama, me senté y me sequé cuidadosamente los pies. Me tomé todo mi tiempo, me preparé para la noche sin decir una palabra.

Estaba en su sitio, en silencio, y mirando humildemente hacia abajo como un buen sumiso.